viernes, 11 de enero de 2013

MIS RECUERDOS COMO ENSEÑANTE

Recuerdo, con añoranza, cuando en virtud de Concurso de Traslados, año 1.975, obtuve destino definitivo, como no podía ser de otra forma, en Vera, en el colegio al que, con esta fecha de su fundación, -curso escolar 1.962-63-, tributamos, año 2.013, homenaje con motivo de su 50 Aniversario. Me refiero, por supuesto, al C.P." Reyes Católicos " de Vera (Almería). Treinta y seis años en él, qué duda cabe, dejaron su impronta en lo más profundo de mí ser. En un principio, los primeros rodajes y acoplamientos, - tres años en Almería y uno en Alicante ejerciendo esta noble tarea del magisterio,-fueron difíciles. Teníamos la Ley General de Educación Básica, de Villar Palasí, ley revolucionaria y modernizadora del sistema educativo, que, por primera vez, establecía la enseñanza obligatoria y gratuita entre los seis y catorce años.

Diego Morales Carmona


Rememoro aquellos años en los que se me asignó la impartición de clases de Lengua Española e Inglés, en Ciclo Superior, con un soporte de material escolar muy pobre y rudimentario comparándolo con el existente actualmente. Dicho material lo conformaban el texto de Lenguaje, texto de Inglés- Peter and Molly-, un magnetófono, casetes, tiza y pizarra.


La clase de Inglés, amena por ser innovadora, consistía en la pronunciación de palabras sobre el vocabulario del tema expuesto en la pizarra, bien de forma colectiva o individual; ejercicios orales y escritos y, cómo no, audición de la lectura del tema a través del magnetofón, así como pronunciación de la misma por el alumnado.

En Lengua Española y Literatura, la lectura de textos, ortografía acompañada de dictados, morfología y sintaxis, así como el estudio de la biografía y obras de literatos por épocas era lo más relevante.

Recuerdo, también, que, en charlas con compañeros, hablábamos de métodos y forma de enseñanza a seguir. Algunos, muy innovadores, impartían clases como si de juegos se tratase, es decir, un tipo de enseñanza en virtud de la cual el alumnado aprendía conocimientos partiendo de su aspecto lúdico; otros, con buen criterio y en uso de la libertad de cátedra, compartían un enfoque distinto a la hora de enseñar, por supuesto, contrario al sistema tradicional y consistente en transmitir conocimientos partiendo de la charla, la conferencia, etc.


Yo, educado en la llamada “Vieja Escuela”, -con los estereotipos inconfundibles de la misma: la vetusta mesa del profesor y su puntero, el crucifijo, la fotografía de Franco y la Inmaculada Concepción, la enciclopedia Álvarez, las bancas bipersonales, los mapas de cartón, el encerado negro, tinta china y plumín, el cuaderno de rotación, etc. y un largo etcétera, -concebía la enseñanza como una continuación de ese recuerdo, es decir, la impartición de conocimientos transmitidos de docente a discentes, donde la memoria, acompañada, en ocasiones, del razonamiento lógico, ejercía su preponderante papel e influencia. Otro aspecto a destacar, cómo no, era la autoridad del profesor en todos sus órdenes.


Conforme los años transcurrían, el profesorado con la misma línea de pensamiento, gracias a unos servicios de Inspección más renovadores, intentamos unificar criterios de enseñanza más acordes con los nuevos tiempos. Esta idea novedosa que, después, se tradujo en agrupamientos flexibles y, posteriormente, en especialidades fue desarrollada en Ciclo Medio de la E.G.B. por D. Diego Martínez y quien redacta este artículo.


Recuerdo que agrupábamos a niños en grandes grupos. D. Diego Martínez impartía Matemáticas y Ciencias, mientras tanto yo atendía, en sesión de pequeño grupo, a niños atrasados. Después repetíamos experiencia y mientras yo impartía Lenguaje y Sociales , D. Diego, sesiones de grupo reducido. Todo esto iba acompañado de métodos y procedimientos revolucionarios en la enseñanza, de programaciones muy precisas y meticulosas en atención al alumnado, así como adquisición de conocimientos logrados en una semana, un mes y un trimestre. De igual forma, ello conllevaba una serie de evaluaciones periódicas sobre contenidos tratados y, por supuesto, cuadros gráficos de todas las variantes dadas.

Recuerdo, también, que, D. Diego y yo mismo, enamorados de nuestro quehacer diario, después de las sesiones de clases, cuando salíamos de paseo, nuestras charlas eran una prolongación de lo mismo. Teníamos ambos, ahora que me acuerdo, espíritu de emulación y preparábamos los temas, objeto de explicación, en toda su profundidad, cualesquiera que fuese la materia. Valga como ejemplo de esta tarea conjunta, la actividad socio-económica y cultural que desarrollamos con niños y niñas de Ciclo Medio con motivo del V Centenario de la conquista de Vera por los RRCC, curso escolar 1987-88. Consistía la misma en visitas programadas a centros turísticos, como Puerto Rey y Pueblo Indalo; fábricas, como Yedesa y Deretil; Puerto de Garrucha, con subasta incluida; Pantano del río Almanzora; así como visitas a todos los monumentos y sitios de interés de nuestra localidad: Iglesia de Ntra. Sra. de la Encarnación, Convento de la Victoria, Ermita de Ntra. Sra. de las Angustias, Ermita de la Virgen de las Huertas, Capilla de San Agustín, Capilla de San Ramón, Archivo Municipal, Archivo Eclesiástico, Cerro del Espíritu Santo, Museo Arqueológico, Glorieta, Palmeral, así como itinerarios y paseos por las calles de Vera.

Tras el devenir del tiempo, ejerzo tareas directivas junto a D. Diego. Soy habilitado para la función directiva con el cargo de Secretario y, durante el inicio de la década de los noventa, ambos, intentamos acogernos al horario de Jornada Continuada, un reto a conseguir muy complicado por la normativa que lo regulaba y no muy bien visto por los padres. Así las cosas, con un Claustro de Profesores favorable, con infinidad de asambleas y reuniones explicativas con la A.P.A. sobre beneficios que reportaba tal horario; con un Consejo de Dirección proclive a congraciarse con el Equipo Directivo; pero bastante reticente a la aplicación de la Jornada en sí, al final, después de mucho batallar, todo condujo a la consecución de la misma, por supuesto con un refrendo de más del 85% del censo escolar, obstáculo último este que, para todos, parecía insalvable. Por primera vez, un colegio de la provincia de Almería: El C.P. Reyes Católicos, pionero de por sí, se acogía a dicha Jornada que consistía en horario escolar de lunes a viernes, de 9 a 14 horas.


Por estas fechas, finales de los ochenta y principio de los noventa, el Colegio Reyes Católicos se acoge, como centro experimental, al Proyecto de Integración, consistente el mismo en que, además de las aulas específicas para este menester: -Logopedia, Audición y lenguaje y Pedagogía Terapeútica-, los respectivos tutores de las aulas ordinarias, recibían, para ser integrados a tiempo parcial, a niños con discapacidad psíquica y física. Este centro fue pionero en el desarrollo de dicho Proyecto. Después, vista la experiencia, la aplicación de este Proyecto fue la tónica general en todos los colegios de la provincia. La Integración era, por fin, una realidad.

Más tarde, a principios del nuevo milenio, soy reclamado para el ejercicio de la Dirección. El objetivo lo tenía bien claro: en primer lugar, elevar el nivel cultural del centro a su máxima expresión, instando al profesorado en esa toma de conciencia; en segundo, tener un colegio seguro para alumnado y velar por el profesorado ante posibles contingencias y contratiempos y, en tercer lugar, solicitar reiteradamente a las Administraciones afectas:- Local y Educativa- mejoras en el centro en aras al servicio de la Comunidad Escolar.

Finalizada mi responsabilidad como Director, junio de 2.006, en las postrimerías de mi dilatada labor profesional, entro en la época más feliz de mi vida como enseñante, es decir, cuando mejor me desenvuelvo debido al cúmulo de experiencia adquirida. Son las dos últimas promociones y, a la sazón, no recibo nada más que satisfacciones y parabienes. Es el culmen de mi carrera profesional y todos mis deseos, gracias a Dios, han sido cumplidos. Me jubilo en el año 2.010.

En definitiva, me complace decir que me he considerado un docente fiel al servicio de la Administración Educativa en la ardua y noble tarea del MAGISTERIO, con mayúsculas, y que, con amor entero y profundo a cándidos e inocentes niños y con un cariño muy respetuoso hacia mis compañeros, he consagrado cuarenta años de mi vida al afecto y admiración por todo lo que ellos son y representan.


Sirva, por último, este artículo para honor y honra de lo que representa nuestro Colegio en su 50 Aniversario.


Diego Morales Carmona, Profesor jubilado del C.P. Reyes Católicos.
Vera (Almería), enero de 2.013

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