viernes, 10 de mayo de 2013

YO TAMBIEN ESTUVE EN EL REYES



Soy Cristina Caparrós Soler, nacida en Vera al igual que mis padres y mis abuelos. Estudie en Granada mi carrera de Magisterio, y allí inicie mi experiencia como docente por diferentes pueblos de la provincia de Granada: Los Ogijares, Capileira, Baza y Caniles. En noviembre de 1985 volví a Vera, a mis raíces.
Me incorporé al Reyes Católicos de Vera, desde Caniles, ya empezado el curso escolar, tras conseguir una permuta con Rosario, una maestra de Baza que estaba destinada aquí, en Vera.
Confieso que al principio, mis sentimientos eran una mezcla de ilusión y de miedo. ILUSIÓN por estar en mi pueblo, con mi familia, mis amigos y mi marido. Me había casado solo cuatro meses antes. MIEDO, ¿por qué no decirlo? a como sería mi adaptación en el Centro y quizás por aquello de que nadie es profeta en su tierra.


El profesorado del Centro era experimentado y con gran sabiduría, y yo solo llevaba cuatro años de experiencia. Tenía mucho que aprender y así intente hacerlo.
Mi estancia en el “Reyes” tuvo dos etapas muy diferenciadas profesionalmente hablando. En la primera de ellas mi función era la de tutora de 6ºC. Un grupo algo complicado y con el que tenía que estar muy alerta. He de decir que tuve la suerte de encontrar la ayuda y el apoyo de compañeros con mucha experiencia: Dª Lolita, Dª Anita, Dª Paquita García, D. Juan. Había otro grupo de compañeros más jóvenes: Paquita Cañadas, Socorro, José Manuel, María Jesús, Pepi, con ellos además de trabajo compartía momentos de relax y de expansión fuera del horario escolar.
Aprendí con ellos, mis compañeros y amigos, aprendí de mis alumnos y con mis alumnos. Junto a ellos recordé tradiciones que con el paso de los años fuera de mi ciudad, si bien no estaban olvidados, sí guardados en un cajón de mi memoria que hacía tiempo no había abierto.
La segunda etapa de mi estancia se inicia al embarcarme junto con Mariangeles y María José en un ambicioso proyecto “Proyecto de integración para alumnos con discapacidad”. Para nosotros el objetivo principal era que los alumnos entraran al colegio por la misma puerta que sus hermanos y vecinos. Hasta ahora, la mayoría de ellos estaban en casa o marchaban fuera de la localidad a centros específicos; donde se les podía atender y ofrecer muchos servicios, pero alejados del ambiente familiar. Conseguimos la integración en casi la mitad de la jornada escolar. No solo el horario de recreo, también dos horas diarias a través de unos talleres de psicomotricidad y lenguaje oral. Las profesoras de infantil: María Elena y Paquita Alarcón, las educadoras: Maribel y Angelita, las profesoras de educación especial, Mariangeles, María José y yo éramos una piña trabajando, siempre dando vueltas a la cabeza para sacar adelante este proyecto. Hoy día, estos proyectos son más frecuentes y conocidos, pero en aquella época fue pionero junto otros dos centros en la provincia de Almería. Fue una experiencia intensa y difícil pero gratificante. Agotadora, con un montón de horas extras trabajando después de la jornada escolar, pero con mucha ilusión.
Los niños, “nuestros niños”. ¡Cuánto aprendimos de ellos y con ellos! Fue una experiencia enriquecedora, tanto a nivel profesional como personal. Experiencia que, después de 25 años, sigue presente en mi vida. El respeto, la tolerancia, la aceptación del otro… son valores que penetraron en mí y sin darme cuenta pasaron a formar parte de mi personalidad.
Agradezco a los compañeros del Colegio Reyes Católicos y a su directora la oportunidad de poder realizar estas reflexiones en voz alta y desde estas líneas enviar un fuerte abrazo y un cariñoso recuerdo a todos los que están y a los que ya no están.
Cristina Caparrós Soler 

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